D. JUAN
¡Quál gritan esos malditos!
¡Pero mal rayo me parta
si, en concluyendo la carta,
no pagan caros sus gritos!
[...]
D. JUAN
¡Clemente Dios, gloria a Ti!
Mañana a los sevillanos
aterrará al creer que a manos
de mis víctimas caí.
Mas es justo; quede aquí
al universo notorio
que, pues me abre el purgatorio
un punto de penitencia,
es el Dios de la clemencia,
el Dios de don Juan Tenorio.