Autobiografía
Un visitante recorre un manicomio y pregunta a un loquero sobre los diversos locos que ve.
Señalando a uno, dice:
—¿Y éste quién es?
El loquero contesta:
Belardo fué su nombre.
Escribe versos y es del mundo fábula
con los varios sucesos de su vida;
aunque algunos le miran que merecen
este mismo lugar con mejor título.
(Los locos de Valencia, III.)
[...]
las dos conclusiones a que hemos arribado son las siguientes:
1ª Es más fácil escribir versos claros que versos oscuros.
2ª Es más fácil comentar los versos oscuros que los versos claros.
[...] A las dos conclusiones enunciadas, hemos de añadir, en fin de cuentas, una tercera. Y es ésta:
3ª Para comentar a un poeta, se necesita ser poeta.
Y se ha acabado la exégesis de la exégesis.